El ejercicio de la ciudadanía puede calificarse como adecuado o insuficiente según el desarrollo de la consciencia políticamente ética del ciudadano. Desde un punto de vista formal es ciudadano quien tiene un DNI. Pero ese requisito no basta para que una comunidad política opere, funcione, se desempeñe o actúe con un norte apropiado al bienestar general. Ser ciudadano consiste, antes que todo, en la preocupación anterior del ciudadano por el bien público en la comunidad a la que se pertenece. Deficiente es la calidad de la ciudadanía cuando el portador del DNI antepone su bienestar privado sobre el bienestar de su comunidad.
Esta condición es la que en último término afecta el desempeño de las instituciones en las relaciones de poder entre el gobierno y el órgano representativo por antonomasia que es el parlamento.
Sobre estos dos temas comparte sus apreciaciones César Delgado-Guembes en el podcast de su columna en El Montonero.